¿Qué significa realmente hablar de calidad educativa? ¿Cómo se construye, quién la garantiza y qué papel juega la juventud en su consolidación
Para Ximena Córdova, presidenta del Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior de Ecuador (CACES), se trata de un concepto que va más allá de los estándares técnicos: involucra pertinencia, equidad, compromiso institucional y, sobre todo, una conexión profunda con los estudiantes.
“Lo primero que debemos entender es qué significa calidad. Puede tener distintas definiciones, pero si hablamos de educación, la calidad tiene que ver con la pertinencia, la equidad, la investigación, la vinculación con la sociedad y, sobre todo, con el estudiante. El estudiante es el que a mí me quita el sueño”, expresó.
Córdova participó como ponente destacada en el VI Foro Internacional de Innovación Educativa, el encuentro más influyente y representativo de educación de Bolivia organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Santa Cruz de la Sierra, donde compartió la experiencia ecuatoriana en materia de aseguramiento de la calidad y planteó una reflexión profunda sobre el rol transformador de la educación superior en los países de la región.
El ABC de la calidad educativa
Córdova plantea que pensar en calidad educativa implica mirar de manera integral varios componentes clave: la docencia, la investigación, la vinculación con la comunidad y la gestión institucional.
“Todo esto debe ser medible, trazable y, sobre todo, mejorable. El objetivo no es castigar a las universidades, sino acompañarlas en su fortalecimiento”, subraya.
En esa línea, destaca que muchas de las herramientas usadas en la industria para evaluar calidad pueden adaptarse también al ámbito educativo. “La diferencia está en que no estamos produciendo un objeto, sino formando seres humanos capaces de aportar a la sociedad. Por eso debemos ser aún más rigurosos y humanos a la vez”, enfatiza.
Desde su experiencia, Córdova afirma que el diálogo entre países, la observación de buenas prácticas y el intercambio de experiencias entre instituciones es esencial para construir rutas compartidas hacia una educación superior más sólida, inclusiva y pertinente.
“He estado en contacto con agencias similares al CACES en América Latina, Norteamérica, Europa y Asia, y aunque los contextos son distintos, las problemáticas son sorprendentemente parecidas. La clave está en compartir, adaptar, mejorar”, indicó.
Un modelo con respaldo estatal
Uno de los aspectos más sólidos del modelo ecuatoriano es que el CACES es una instancia autónoma, con respaldo constitucional, que depende directamente del Ejecutivo, lo que le permite tener un margen de acción técnico, transparente y libre de intereses particulares.
“Es fundamental que el aseguramiento de la calidad no esté supeditado a decisiones político-partidarias o a los intereses de las universidades. Nosotros dependemos directamente del presidente de la República, y eso nos da la fuerza institucional necesaria para trabajar con todas las universidades del país, sean públicas o privadas”, aseguró.
Esta independencia garantiza, según Córdova, procesos de evaluación imparciales, guiados por indicadores técnicos y criterios consensuados con la comunidad académica, lo que permite mantener la transparencia y la credibilidad del sistema.
En un contexto como el boliviano, donde aún se debate la necesidad de crear una instancia nacional de evaluación y acreditación, la experiencia del CACES se presenta como un ejemplo a seguir. “Bolivia está atravesando por procesos similares. Creo que conocer este recorrido puede ser útil para que ustedes no empiecen de cero”, sugiere.
Juventud y sostenibilidad: el corazón del cambio
En entrevista con Educación y Sociedad de EL DEBER, la presidenta del CACES también abordó el tema de la educación superior como herramienta para la sostenibilidad, tanto ambiental como social. Trabajar con los jóvenes de hoy es garantizar que las generaciones del mañana reciban una educación aún mejor. Educar para vivir, educar para transformar”.
“Los jóvenes no son el futuro; son el presente. Y en este presente necesitamos que la educación los empodere para ser parte activa en la solución de los grandes desafíos del planeta”, expresó.
La sostenibilidad, como eje transversal en la formación universitaria, no es un concepto nuevo para Córdova. Su experiencia personal con la conservación de las islas Galápagos le ha enseñado la importancia de proteger lo valioso para las generaciones futuras.
“Así como cuidamos nuestro entorno natural, debemos cuidar y fortalecer nuestro sistema educativo. Ambos son patrimonio y garantía de futuro”.
Aprendizajes compartidos para una educación de excelencia
El sistema ecuatoriano no nació perfecto, recuerda Córdova. Fue el resultado de ensayo, error y reforma constante, siempre con el objetivo de construir un sistema más justo y eficiente. “Al principio había mucha confusión. Los propios rectores participaban como evaluadores, lo que generaba un conflicto de intereses. Hoy el CACES está conformado por un cuerpo técnico independiente, lo que asegura transparencia y profesionalismo”.
Durante su participación en el panel internacional del foro, compartió experiencias con representantes de otros países como Costa Rica y Chile, y rescató la importancia de construir modelos regionales de cooperación, donde la calidad educativa sea un objetivo común.
“Al final, si tenemos universidades de calidad, tenemos países más visibles, estudiantes mejor preparados y sociedades más justas. Es una ganancia para todos”, reflexiona.
Finalmente, Córdova destaca que el compromiso político con la educación superior en Ecuador ha sido constante, sin importar los cambios de gobierno. “El CACES está en la Constitución y en la Ley de Educación Superior. No importa quién sea el presidente, la educación es una política de Estado”, enfatiza.
Construir confianza, formar ciudadanía
Hablar de calidad educativa es, en el fondo, hablar de confianza en las instituciones, en los docentes, en los estudiantes y en el futuro. Ximena Córdova lo resume con una idea potente: “Si no apostamos por la calidad, estamos renunciando a la posibilidad de transformar la sociedad”.
Es por eso que construir un sistema sólido de aseguramiento de la calidad es una tarea compartida, que involucra al Estado, a las universidades, a los docentes, a los estudiantes y a toda la sociedad civil. Una tarea que, como ella afirma, no puede esperar.
“Los estudiantes necesitan una educación que los prepare no solo para el empleo, sino para la vida. La calidad no es un lujo, es una necesidad”, concluye la experta ecuatoriana.