Con un lápiz en la mano y una sensibilidad aguda para retratar la realidad, Abel Bellido Córdoba, conocido artísticamente como “Abecor”, se ha convertido en una de las voces más potentes del periodismo de opinión en Bolivia. A través de sus caricaturas, este artista no solo roba sonrisas o sorpresa; genera conciencia, reflexión y, muchas veces, incomodidad.
Su trazo, cargado de intención y profundidad, se ha convertido en una herramienta de resistencia y denuncia social. Por este motivo, además de su defensa firme de la libertad de expresión, su compromiso con la verdad y su valioso aporte al desarrollo del periodismo boliviano, Abecor recibió recientemente el “Reconocimiento Franz Tamayo al Mérito Profesional en Periodismo” de Unifranz, un galardón avalado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Congreso Hispanoamericano de la Prensa.
“Siempre, trato de resumir el poder de la imagen”, señala Abecor con humildad y firmeza. Desde sus inicios escolares, donde una caricatura colgada en la ventanilla de la dirección causaba revuelo, hasta hoy, sus dibujos han tenido la capacidad de movilizar emociones, revelar verdades ocultas y poner temas urgentes sobre la mesa.
Aunque su herramienta ha evolucionado del papel al lápiz digital, la esencia de su trabajo se mantiene intacta: observar, interpretar y traducir lo que respira la sociedad en líneas expresivas.
“Antes usaba tinta china, ahora dibujo con una Mac Pro y una tableta gráfica, pero el mensaje sigue siendo el mismo”, afirma. La tecnología, más que cambiar su arte, ha potenciado su alcance.
Para Arturo Torres, psicólogo graduado de la Universitat Autónoma de Barcelona (España), la caricatura periodística es uno de los elementos de comunicación de actualidad más poderosos.
“Unas pocas imágenes pueden expresar mucho, incluso partiendo de ideas muy abstractas. Esta mezcla entre actualidad, carga emocional y (normalmente) humor y sarcasmo vuelven a estas piezas muy atractivas a los ojos de los lectores (…)”, explica.
Caricaturas que recogen el sentir popular
Las caricaturas de Abecor, a menudo ácidas y directas, son el resultado de una escucha activa a la calle, a las noticias, al sentir popular.
“Yo sé que contribuye mucho a mi trabajo el estar aquí, el pisar tierra, el ver a la gente, caminar (…), saber qué es lo que habla la gente”, explica a tiempo de aclarar que el dibujo no es solo un acto creativo, es una forma de contacto profundo con la realidad.
Aunque muchos lo asocian con la sátira, Abecor aclara que su enfoque va más allá. “No tanto humor, a veces soy muy ácido con las noticias. A veces aparece un poco de sátira, pero en realidad es más que todo la reflexión en cualquier tema y cualquier forma”.
Su estilo es reconocible al instante; basta un rasgo como la nariz de Evo Morales en una esquina del dibujo para que el lector identifique al personaje y, obviamente, al artista. Ese es el sello de quien ha cultivado una marca personal con coherencia y pasión.
El poder de la imagen
Este compromiso con la verdad también ha tenido un alto costo. “Tuve que salir del país”, confiesa. Ha vivido amenazas, agresiones y momentos de angustia junto a su familia.
“Una vez vinieron a la casa y tiraron piedras a las ventanas, pero se equivocaron de casa y le dieron al vecino”. Estas experiencias, lejos de detenerlo, reforzaron su convicción. “Hay cosas más importantes. Tengo que seguir tajando el lápiz, porque hay que decir las cosas con el poder de la imagen”.
Pero también ha habido alegrías. El reconocimiento del público, los viajes como activista y el respeto de sus colegas lo alimentan emocionalmente. “La alegría que siente mucha gente que no me conoce y dice: ‘Este es el Abecor’. Eso es una satisfacción enorme”, comenta. El cariño de su familia, que comparte con orgullo sus logros, es otro motor que lo impulsa a seguir.
Hoy, su trabajo vive principalmente en el mundo digital, donde la inmediatez es clave. “Tienes que ser directo. Las herramientas tecnológicas te ayudan a hacer rápido las cosas. El caricaturista está siempre al filo“, dice. Esa urgencia diaria exige agilidad mental y emocional. Pocas veces hay tiempo para varios bocetos; el cierre editorial no espera.
El caso de Abecor es un ejemplo vivo de que el periodismo de opinión no solo se escribe, también se dibuja y cuando se lo hace con convicción, conocimiento y sensibilidad, puede ser tan potente como un editorial o una crónica. Su obra se inscribe en esa tradición de caricaturistas que han transformado la opinión pública desde el humor, la crítica y la observación profunda.
Para la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, el reconocimiento a Abecor es un mensaje potente sobre la importancia del arte visual en la construcción de una sociedad crítica y libre. De ahí la importancia de impulsar carreras como Periodismo o Diseño Gráfico y Producción Crossmedia, que forman profesionales capaces de comunicar con responsabilidad, creatividad y compromiso social, utilizando el poder de la imagen y la narrativa para generar impacto y transformación.
“Estoy realmente muy orgulloso. Mi familia igual. Tenemos presente este reconocimiento y es un impulso más. Sé que son días difíciles donde estas cosas ayudan mucho a seguir”, concluye.
Abecor nos recuerda que la opinión también tiene forma, color y trazo. Y que, a veces, una sola imagen puede decir más que mil palabras. Su arte es un puente entre la noticia y la conciencia, entre la denuncia y la esperanza. Porque dibujar la verdad también es un acto de valentía.