Los sesgos cognitivos son interpretaciones erróneas y sistemáticas de la información disponible que influyen en la manera en que procesamos nuestros pensamientos, emitimos juicios y tomamos decisiones. Este concepto, introducido en 1972 por los psicólogos israelíes Daniel Kahneman y Amos Tversky, muestra que nuestra mente no siempre sigue un razonamiento lógico y objetivo, sino que se apoya en atajos mentales que pueden llevarnos a errores de juicio.
“Los sesgos cognitivos son atajos mentales o patrones sistemáticos de pensamiento que utilizamos de manera inconsciente para simplificar la realidad y tomar decisiones más rápido, pueden ser útiles en ciertas situaciones, pero también pueden llevarnos a errores de juicio y decisiones irracionales, por ejemplo, pensar que al leer en las redes sociales una noticia que no ha sido confirmada la persona puede tender a actuar de manera impulsiva sobre esa noticia como la compra de papel higiénico cuando las personas escuchan la palabra crisis o escasez”, explica el psicólogo Nilton Rodríguez, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
El psicólogo indica que, cada segundo, nuestro cerebro ejecuta millones de procesos mentales. Dado este volumen de actividad, la probabilidad de que algún sesgo cognitivo influya en nuestro comportamiento es alta, y, de hecho, ocurre de manera natural. Como consecuencia, muchas veces actuamos movidos por sesgos ocultos sin ser conscientes de su impacto.
Nuestra mente funciona de manera automática y rápida en muchas situaciones, lo que nos lleva a responder antes a lo que no nos gusta que a lo que sí nos gusta. Estas respuestas pueden darse en menos de medio segundo, sin que siquiera tengamos la oportunidad de reflexionar conscientemente sobre ellas.
Una gran parte de la memoria que usamos a diario es implícita, lo que significa que accedemos a información sin darnos cuenta. Esta memoria implícita tiene una respuesta objetivable e imposible de manipular, lo que significa que muchas de nuestras decisiones están condicionadas por información que no somos plenamente conscientes de poseer.
La neurociencia cognitiva ha permitido comprender cómo estos mecanismos cerebrales afectan la toma de decisiones. Gracias a tecnologías avanzadas como la magnetoencefalografía, combinadas con análisis de datos y algoritmos de inteligencia artificial, los científicos pueden identificar cómo los sesgos influyen en nuestras elecciones sin que nos demos cuenta.
Tipos de sesgos y su impacto
Rodríguez dice que los sesgos cognitivos, si bien pueden ser útiles en ciertas situaciones, también pueden llevarnos a errores y decisiones irracionales.
Uno de los sesgos más comunes es el sesgo de confirmación, que afecta nuestra percepción de la realidad al hacer que busquemos, interpretemos y recordemos sólo aquella información que confirma nuestras creencias preexistentes. Esto puede generar una visión del mundo parcial y distorsionada. Un claro ejemplo de esto se da en las campañas electorales, donde tendemos a minimizar los defectos de nuestro candidato preferido y exagerar los errores de sus oponentes.
Otro sesgo relevante es el sesgo de anclaje, que ocurre cuando damos un peso excesivo a la primera información que recibimos al tomar una decisión. Por ejemplo, si al comprar un celular encontramos una marca con un precio que parece competitivo, podemos asumir que es la mejor opción sin comparar otras alternativas que podrían ofrecer mejor calidad o costo.
Por otro lado, el sesgo de disponibilidad nos lleva a sobrestimar la probabilidad de ciertos eventos en función de qué tan fácil nos resulta recordarlos. Esto puede distorsionar nuestra percepción del riesgo. Un ejemplo de este sesgo se da cuando, tras escuchar noticias sobre accidentes de tránsito, algunas personas toman medidas extremas de seguridad sin considerar la verdadera probabilidad estadística de sufrir un accidente.
Cómo reducir la influencia de los sesgos cognitivos
Para minimizar el impacto de los sesgos en nuestras decisiones, es clave cultivar una mentalidad abierta, cuestionar nuestras propias creencias y buscar activamente información que desafíe nuestras opiniones. Según Rodríguez, adoptar una postura crítica y reflexiva puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas y menos influenciadas por estos atajos mentales.
La información fluye rápidamente y las redes sociales pueden amplificar nuestras creencias sin contrastarlas con datos objetivos, por eso es esencial desarrollar un pensamiento analítico y consciente. Solo así podremos evitar caer en trampas cognitivas y construir una visión más equilibrada de la realidad.