La comunicación asertiva es la capacidad de expresar ideas, necesidades y emociones de forma clara y respetuosa. En entornos como la educación, el trabajo y la vida familiar, esta habilidad se convierte en una herramienta poderosa para resolver conflictos, mejorar vínculos y fortalecer la colaboración. No se trata solo de hablar bien, sino de conectar mejor con los demás, sin agresividad ni sumisión.
“Desarrollarla requiere tiempo y esfuerzo, pero sus beneficios a largo plazo son invaluables, la asertividad es una habilidad esencial para el bienestar personal y profesional”, destaca James Robles, director de la carrera de Psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, quien enfatiza su importancia transversal.
¿Qué es la comunicación asertiva y por qué importa tanto?
La esencia de la comunicación asertiva está en el equilibrio: defender nuestros derechos sin vulnerar los de los demás. Como explica Robles, esta práctica consiste en expresar pensamientos, emociones y necesidades de manera directa, clara y respetuosa. A diferencia de estilos pasivos o agresivos, la asertividad no busca imponer ni ceder ante presiones; busca comprensión mutua.
Esta habilidad —que no siempre es innata, pero sí aprendible— fortalece la autoestima, genera seguridad personal y proyecta una mejor imagen frente a los demás. En el ámbito educativo, permite a docentes y estudiantes expresarse con claridad, resolver malentendidos y fomentar ambientes inclusivos. En el trabajo, minimiza tensiones, mejora la productividad y ayuda a construir equipos colaborativos y respetuosos.
En un mundo donde las pantallas muchas veces sustituyen las interacciones cara a cara, la asertividad se vuelve más necesaria que nunca. Como señala la experta Julia García Verdú, la sobreexposición digital ha afectado nuestras habilidades comunicativas fundamentales y valores humanos como el respeto y la empatía.
Existen tres estilos principales de comunicación: el agresivo (dominante y hostil), el pasivo (inseguro y evasivo), y el asertivo (equilibrado, claro y empático). Solo el último permite un flujo de comunicación libre, respetuoso y funcional en las relaciones humanas.
Seis técnicas esenciales para lograr una comunicación asertiva efectiva
Robles identifica seis claves fundamentales para ejercitar esta habilidad, ya sea en aulas, oficinas o en casa. A continuación, las desarrollamos una a una:
Escuchar activamente y evaluar el contexto
Antes de hablar, hay que escuchar. Entender el tono emocional y el contexto de una conversación mejora notablemente la respuesta que damos. La escucha activa implica no interrumpir, captar matices y entender al otro sin prejuicios. Además, el entorno importa: un comentario puede ser apropiado en un ámbito informal, pero inadecuado en una reunión profesional. Adaptar el mensaje al momento y lugar es parte esencial de la asertividad.
Usar lenguaje en primera persona y positivo
Hablar desde el “yo” asume responsabilidad sobre lo que se expresa y evita culpas o confrontaciones. Decir “yo siento que…” es diferente a “tú siempre haces que…”. Usar frases afirmativas y lenguaje sencillo promueve un ambiente colaborativo y reduce la tensión. Palabras como “intentemos”, “propongo” o “quizás podríamos” abren puertas, mientras que términos negativos o acusatorios las cierran.
Cuidar el tono de voz y el lenguaje no verbal
No solo importan las palabras, sino cómo se dicen. El tono, el ritmo y la postura corporal pueden cambiar completamente el sentido de un mensaje. Un gesto de desaprobación o un volumen demasiado alto pueden generar rechazo, incluso si las palabras son respetuosas. Ser consciente de la comunicación no verbal ayuda a reforzar la coherencia del mensaje.
Mostrar coherencia, confianza y respeto
La alineación entre lo que se piensa, se dice y se hace construye credibilidad. Una persona coherente transmite seguridad, pero también genera confianza en los demás. Expresarse con claridad no significa imponerse. Respetar opiniones distintas, validar emociones ajenas y saber disculparse cuando es necesario fortalece las relaciones y muestra madurez emocional.
Gestionar las emociones con inteligencia
La autorregulación emocional es clave para no dejarse arrastrar por la ira o la frustración. Ser consciente de lo que se siente y cómo eso afecta la comunicación permite tomar decisiones más racionales. Compartir emociones no es señal de debilidad, sino una forma de conectar. Pero es importante hacerlo con mesura y respeto, evitando manipulaciones emocionales.
Verificar que el mensaje fue comprendido
Una comunicación efectiva no se da por sentada: se confirma. Hacer preguntas como “¿me expliqué bien?” o “¿qué opinas?” permite detectar malentendidos y corregirlos a tiempo. Observar las reacciones del otro —verbal y no verbalmente— es una herramienta valiosa para evaluar si el mensaje tuvo el impacto deseado.
La asertividad transforma relaciones
“La comunicación asertiva es crucial en todos los ámbitos de la vida, desde lo familiar, la educación o el trabajo”, insiste Robles. En casa, facilita la resolución de conflictos; en el aula, mejora el aprendizaje y la colaboración; en las empresas, construye culturas organizacionales más sanas, creativas y productivas.
Pero más allá de los contextos, la asertividad mejora el bienestar personal. Ayuda a establecer límites, a pedir lo que se necesita sin culpa y a decir “no” sin miedo. Y como toda habilidad, se puede desarrollar. Cursos, talleres, libros, reflexión personal y feedback constructivo son caminos para entrenarla.