“Pesada”. Esa fue la definición de Carlos Sainz de su primera parte de temporada cuando su FW47 se negó a competir en el último GP de Austria. La imagen fue dolorosísima. Una marcha clavada, reset y el humo invadió un Williams que ha pasado en poco tiempo de esperanzar a estancarse en la peleada zona media. A Carlos le cayó un cero, y le toca volver a empezar. Aunque quizá es el mejor viaje que podía tocarle.
Para su desgracia, Sainz acumuló los problemas que le llevan amargando desde los buenos resultados en Ímola y Mónaco. En Barcelona nada salió. En Canadá, Hadjar le reventó las aspiraciones aunque terminó puntuando. Y Austria fue la gran decepción de un piloto que sí que tiene la velocidad probada. “Cuando he podido, voy rápido”, señaló. Lo logró, con ejemplos como Bahréin, Jeddah, Miami o Ímola.
Es la realidad. Enlazó grandes clasificaciones, seriedad en carrera y los puntos fueron llegando. Pero no se traslada, por unas cosas u otras, al balance en puntos. Toca reiniciar en Silverstone. “Agradezco que no fuese demasiado alejado a Austria. Estamos empujando continuamente como equipo para identificar nuestras fortalezas y debilidades”, contó Sainz en la previa del equipo.
Estamos empujando continuamente como equipo para identificar nuestras fortalezas y debilidades
El pasado glorioso
Nada mejor que Silverstone. Allí hizo historia y le dio a España su victoria 33 al ganar con Ferrari. Aquel fin de semana fuela única pole, la única victoria y el único podio de la escudería italiana en el trazado británico en la era del efecto suelo. Sainz hizo historia. Y con el Williams podría repetir una buena actuación en un circuito rápido y divertido.
Y recordar ese pasado quizá sea la forma de levantar, de nuevo, el vuelo con un Williams que tiene un concepto sólido y ninguna mejora. Cosa que repite Sainz de sobra, pero que tiene claro que el proceso del 2025 sí que será importante para conocer qué falla (mecánicamente y operativamente) y poder aplicarlo en el ilusionante futuro.