Contra todo y contra todos, el heroico Barça de Joan Laporta deberá superar una nueva y perversa trampa para ganar la próxima Liga: jugará más partidos como local que como visitante, algo que, como todo el mundo sabe, perjudica a los chicos de Flick. Como la pasada temporada les perjudicó la incripción vía CSD de Dani Olmo o, desde tiempos ya casi inmemoriales, LaLiga les pone palancas entre las ruedas para apartarles de la gloria que tanto merecen y que tantas veces alcanzan a pesar de que, como dijo Piqué, sólo en el palco del Bernabéu se mueven los hilos del fútbol español.
Ese fútbol español que ha normalizado que uno de los pocos partidos en los que el eternamente oprimido Barça —que incluso tuvo que recurrir a dolorosos pagos al vicepresidente del CTA para garantizarse neutralidad arbitral en un sistema viciado—, se juegue no con el público en contra, sino a favor. El Villarreal, presunto perjudicado por la decisión de Liga y Federación, calla ahora, aunque, cuando salió aquello de la Superliga, era de los que más se significó en contra. Fútbol para los aficionados, gánatelo en el campo. ¿Se acuerdan? Qué tiempos…
¿Y el Madrid? Pues el Madrid, tristemente, resignado a su suerte, a un sistema que no ha sido capaz de cambiar. La reacción es la misma que cuando Louzán cambió la cúpula arbitral. “Más de lo mismo”, murmuran en Valdebebas, acostumbrados a ganar más Copas de Europa que Ligas de su país.
A estas alturas, resulta hasta cómico recordar aquello de la “Liga peligrosamente preparada” que dijo Simeone. Parece que fue ayer, pero ocurrió en 2015 (casualmente en mitad de las dos finales de Champions que el Cholo perdió ante el Madrid). Huelga decirlo, pero el Madrid no ganó aquella Liga. Huelga decirlo, pero seguro que esta vez el entrenador del Atlético mide mejor sus palabras. Y así todo.
