Un buen líder puede marcar la diferencia entre un equipo eficiente y otro inefectivo. Esta pieza fundamental en un grupo debe poseer una combinación de cualidades y habilidades que le permitan guiar y motivar a su equipo. Los buenos líderes saben gestionar a sus equipos, conocen las fortalezas y debilidades de cada miembro de la organización y ponen el hombro cuando es necesario, por el contrario, los malos líderes alimentan las rencillas en las organizaciones, no reconocen el trabajo en equipo y no motivan.
“Un líder debe fomentar como factor primordial la actitud, que la persona cultive sobre diferentes situaciones para generar valor positivo en sus acciones y éstas se vean reflejadas en el futuro como resultados crecientes para toda organización”, explica Carola Zeballos, docente de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz,
Para la experta, un líder debe ejercer un estilo de liderazgo entre el equipo de trabajo, la capacidad de motivación para con sus pares y dependientes y, sin duda, debe contar con habilidades creativas y de comunicación efectiva para la transmisión oportuna de información y dirección de su personal (team work).
Los líderes son esenciales en todo tipo de organizaciones, ya sean sociales, públicas o privadas, porque son quienes establecen la estrategia a seguir y aseguran su cumplimiento. Por ello, es crucial que los líderes cultiven y fortalezcan ciertos valores personales para sobresalir en un mercado cada vez más competitivo, tales como la ética, la honestidad, el optimismo y la valentía.
A continuación, ocho características de un buen líder:
- Visión: un buen líder es capaz de anticiparse a las necesidades y cambios del entorno, estableciendo una dirección clara y motivadora para su equipo. No solo identifica oportunidades de crecimiento, sino que también prevé posibles obstáculos y desarrolla estrategias para superarlos. La visión inspira y guía a los miembros del equipo hacia un objetivo común.
- Motivación: un líder eficaz presta atención a los deseos y aspiraciones de su equipo, adaptando su estilo de liderazgo para inspirar y motivar a cada individuo. Utiliza herramientas como el reconocimiento, la retroalimentación positiva y la creación de un ambiente de trabajo saludable para mantener altos niveles de motivación. Sabe cómo conectar con las personas a un nivel emocional.
- Gestiona las emociones: facilita la integración y colaboración dentro del equipo, procurando hacer sencillo lo complejo. Un buen líder entiende la importancia de la inteligencia emocional, gestionando tanto sus propias emociones como las de su equipo. Esto incluye reconocer y abordar conflictos de manera constructiva y proporcionar apoyo emocional cuando sea necesario.
- Guiar: enseña a las personas cómo desarrollar una tarea y a tener éxito en ella, ofreciendo orientación clara y recursos necesarios. Un líder guía con el ejemplo, mostrando cómo se puede alcanzar el éxito a través del trabajo duro, la perseverancia y la integridad. Fomenta el crecimiento y desarrollo profesional continuo de sus colaboradores.
- Digno de confianza: la credibilidad de un buen líder se basa en su honestidad, compromiso, coherencia y generosidad. Es transparente en sus comunicaciones y decisiones, generando un ambiente de confianza mutua. Sabe que la confianza es la base de cualquier relación sólida y trabaja constantemente para mantenerla.
- Asume riesgos: alienta a sus colaboradores a tomar corresponsabilidad de los intentos y a no temer el fracaso. Un líder que asume riesgos calculados muestra valentía y fomenta una cultura de innovación y aprendizaje continuo. Entiende que el progreso a menudo requiere salir de la zona de confort y probar enfoques nuevos.
- Trabaja en equipo: interactúa e intercambia experiencias, manifestando los intereses del grupo y actuando en nombre de este. Un buen líder valora la diversidad de opiniones y habilidades dentro de su equipo, promoviendo la colaboración y el trabajo conjunto. Sabe que el éxito del equipo es más importante que el logro individual y celebra los logros colectivos.
- Sentido del humor: la capacidad de reírse demuestra un elevado grado de inteligencia y control de uno mismo. Un líder con sentido del humor crea un ambiente de trabajo más agradable y reduce el estrés. Utiliza el humor para desarmar situaciones tensas y fomentar una cultura positiva y optimista. El humor también puede ser una herramienta eficaz para conectar con el equipo a un nivel más personal.
Más allá de estos factores, Zeballos indica que el valor principal es la confianza. Todo líder debe poner en práctica este valor con sus subordinados, asegurándose de que el trabajo fluya de manera efectiva a través de una comunicación bidireccional constante y clara.
“El equipo de trabajo debe estar alineado y ser consciente de la importancia del respeto mutuo en sus acciones y palabras, desde los niveles superiores hasta todo el personal. Esto es fundamental para mantener un ambiente organizacional armónico, dinámico y eficaz”, concluye.