Le faltó grandeza Simeone, al Real Madrid le sobró el lastre de Mbappé


Faltó mucha grandeza en el Atleti de Simeone y sobró mucho lastre, el de Mbappé, en el Real Madrid. Esta primera parte del derbi europeo cañí se resume de esta manera, aunque merece dos análisis diferentes. Dos lupas con las que mirar al detalle y entender por qué el vigente campeón de Liga y Champions hace menos de un año, casi con una fotografía idéntica de su plantel, se comporta como el peor Madrid de la década, con muy poca seguridad defensiva aportada principalmente por un mediocampista que jugó cojo y por un canterano aparecido como la Virgen a los pastorcillos de Fátima.

Del medio campo lo único destacable fue la sobriedad de Tchouamení y esa media hora de Modric cuyo único defecto, aparte de no aguantar dos partidos seguidos, seguramente sea su incapacidad para contagiar su clarividencia a sus compañeros de medular. Quince años después el Madrid sigue jugando a lo que diga el Peter Pan de los Balcanes que acabó por mandar al banquillo al doble pivote rojiblanco.

Lo de los tres de arriba, liberamos a Brahim por su gol y su honestidad a la hora de hacer lo que no le corresponde por características, es de análisis en Cuarto Milenio. Vinicius tiene en Llorente a su kriptonita y ni siquiera con Nahuel Molina delante fue capaz de generar superioridades. Lleva un tramo de temporada en el que dice más veces “caralho” que “gol” y nos invita a pensar que casi mejor que lo cabreen para que vuelva a ser ese futbolista exuberante que va una y otra vez al frente de ataque y que con un fusil en la mano ganaba él solo la guerra de Ucrania. 

Mbappé merece palabras aparte por tomarse el día de vacaciones. La muela más dolorosa de la historia. Dejó a su equipo con diez, con unas estadísticas aterradoras. Más de una docena de pérdidas, ni una recuperación, ni un pase largo o centro con acierto, por supuesto ni goles ni asistencias y apenas pudo aportar un par de duelos ganados a Lenglet que tuvo una noche más tranquila de lo que esperaba. Un lastre. Para reflexionar porque, como decíamos ayer, si piensa que con su noche estelar ante el City ya ha cumplido es que no ha entendido nada de lo que significa el Real Madrid.

Mbappé conduce el balón entre Llorente y De Paul.

Mbappé conduce el balón entre Llorente y De Paul.

Y con este panorama ganaron los blancos. O lo que es lo mismo, perdió el Atleti. Pocas veces va a tener enfrente a su vecino tan maltrecho. Con Bellingham en la grada por si fuera poca concesión. Al Atleti le faltó grandeza. O lo que es lo mismo ambición y colmillo para exigirle más al Real Madrid y dejar encarrilada la eliminatoria. Volvió a procastinar. Courtois tuvo, según las cifras del encuentro, la mitad de trabajo que Oblak, y solo esa maravilla que se inventó Julián Álvarez, que razón tenía cuando lo votó De la Fuente para el The Best, le permite albergar esperanzas de que el Metropolitano, como Twitter, haga su magia y acerque los cuartos de final. Una ganga esos 80 millones de euros pagados al City donde vivía a la sombra de Grealish, el del pub en Newcstle, por citar a uno.

El mediocampo naufragó por completo. Ni De Paul, ayer no le tocaba, ni Barrios, ni Gallagher, ni Gio, ni Lino. Solo Llorente tras abandonar el lateral tuvo el coraje y el carácter para mantenerse de pie y respirar aliviado cuando Vinicius se quedó a un pase de empujarla a la red un tercer gol que hubiese sido letal.

En suma, un derbi más emocionante que vistoso en cuya previa un entrenador, el Cholo, pidió calma para para sofocar ansiedad y el otro, Carletto, hizo justo lo contrario agitando la modorra de un equipo que ayer supo competir y mantenerse con vida. Demasiado pensamiento para el próximo miércoles.

Y un añadido, arbitraje de altura. Del VAR, sin noticias. La próxima semana, más.



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