Las tendencias cambian constantemente, las modas van y vienen, pero un profesional de calidad siempre sabrá montar la ola de la innovación y hacerse imprescindible en cada ocasión. Si bien esta actitud es innata, puede y debe ser incentivada en la universidad, que también debe innovar para mantenerse vigente.
“La innovación es una construcción continua en la que ésta debe nutrirse de la historia de casos de éxito, explorar imágenes en tendencia, investigar artículos, seguir a los coolhunters en diversos temas y mercados, absorber nuevas experiencias en campo a través de la transmisión de valor de los expertos y, sobre todo, interactuar con personas de diversos contextos o países”, explica Andrea Cisneros, experta en logística comercial internacional y directora de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Cisneros indica que, este proceso de observar, discernir, analizar, criticar y aprender nos permite generar ideas “fuera de la caja” y aplicarlas en el aula, donde nos enfrentamos a resolver problemas, mediante la cooperación y la observación de las nuevas tendencias.
“Los problemas de nuestro contexto demandan soluciones frescas, y ver a nuestros estudiantes proponer ideas disruptivas es el resultado de guiarlos por este camino de creatividad. Por mucho tiempo, la práctica de perfeccionar proyectos y tareas se realizaba de forma individual. Hoy, en cambio, el trabajo cooperativo permite a los estudiantes desarrollar competencias, valores como el respeto, el compañerismo y el trabajo en equipo”, explica.
A través de estas dinámicas y los estudiantes fusionan conocimientos diversos, por ejemplo, revalorizan su entorno y aportan ideas que promueven el cuidado ambiental, incorporando valores medioambientales, esenciales en sus propuestas.
“Las aulas han evolucionado. Ya no son filas de sillas donde los estudiantes simplemente copian de la pizarra o memorizan para un examen. Ahora son espacios de creatividad, debate y empatía, lugares donde se exploran mandamientos ágiles de empatía y donde, tanto docentes como estudiantes, experimentan una transformación. Aquí, el feedback se convierte en una herramienta de crecimiento fundamental para el crecimiento colaborativo, promoviendo la conexión docente-estudiante y un aprendizaje colectivo basado en la diversidad de saberes y experiencias”, acota.
La incorporación de tecnologías emergentes, como la realidad aumentada, la inteligencia artificial y el análisis de datos, transforma las aulas en espacios de aprendizaje significativo. Estas herramientas permiten a los estudiantes aprender de manera práctica y visual, sumergiéndose en entornos virtuales que simulan situaciones de la vida real o del entorno profesional.
“Por ejemplo, el uso de simulaciones digitales en economía o biología, o incluso herramientas de inteligencia artificial en asignaturas de marketing e ingeniería comercial, les proporciona experiencias concretas y les ayuda a comprender el impacto de sus decisiones en un entorno seguro antes de enfrentarse a situaciones similares en el mundo real”, indica.
Para Cisneros, el rol del docente en este contexto también ha cambiado. Ahora actúa como un guía que facilita el acceso y el uso de estas tecnologías, animando a los estudiantes a explorar y crear soluciones innovadoras. Al integrar estas tecnologías de manera estratégica, el docente no solo enriquece el contenido, sino que también desarrolla en los estudiantes competencias digitales esenciales para el futuro.
Entre las ventajas de incorporar la innovación en la educación, la académica menciona las siguientes:
- Adaptación a cambios tecnológicos: la tecnología está en constante evolución, y la educación debe mantenerse al día para preparar a los estudiantes para el mercado laboral actual y futuro. La innovación permite la integración de nuevas herramientas y métodos de enseñanza que mejoran la experiencia educativa.
- Mejora de la calidad educativa: la innovación fomenta la implementación de nuevas estrategias pedagógicas que pueden mejorar la comprensión y retención de los estudiantes. Esto incluye métodos de enseñanza activos, aprendizaje basado en proyectos y el uso de recursos digitales interactivos.
- Fomento de la creatividad y el pensamiento crítico: la educación innovadora promueve un entorno donde los estudiantes pueden explorar, experimentar y desarrollar habilidades de pensamiento crítico y creatividad. Esto es esencial para resolver problemas complejos y adaptarse a situaciones cambiantes.
- Accesibilidad y equidad: la innovación puede ayudar a cerrar la brecha educativa al proporcionar acceso a recursos educativos de alta calidad a estudiantes de diferentes contextos socioeconómicos y geográficos. Esto incluye el uso de plataformas en línea, cursos masivos abiertos (MOOCs) y tecnologías de aprendizaje adaptativo.
- Preparación para el futuro: la educación superior debe preparar a los estudiantes no solo para el empleo actual, sino también para roles y desafíos futuros que aún no existen. La innovación en la educación fomenta la adaptabilidad y la capacidad de aprendizaje continuo, habilidades esenciales en un mundo en rápida transformación.
- Colaboración y redes: la innovación en la educación fomenta la colaboración entre instituciones, profesores y estudiantes a nivel global. Esto puede llevar a la creación de redes de aprendizaje y conocimiento que enriquecen la experiencia educativa y promueven el intercambio de ideas y recursos.
“Este tipo de innovación en el aula no solo transforma el proceso de aprendizaje, sino que también posiciona a la educación como un catalizador de cambio, que prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mañana con creatividad, colaboración y sentido crítico”, concluye Cisneros.