Cerrar la brecha digital es abrir el futuro para empoderar a los jóvenes


A los 16 años, Mariana caminaba más de una hora desde su comunidad rural en Cochabamba hasta un restaurante con wi-fi gratuito para enviar sus tareas escolares en tiempos de pandemia. Su teléfono era su única ventana al mundo digital. “Mientras algunos compañeros ya usaban programas avanzados o herramientas de inteligencia artificial, yo apenas podía conectarme para buscar información”, recuerda. 

La historia de Mariana no es aislada; refleja la realidad de miles de jóvenes bolivianos que enfrentan las consecuencias de una brecha digital que limita sus oportunidades educativas, laborales y sociales.

La brecha digital es mucho más que la ausencia de tecnología; es la exclusión que genera no poder acceder a internet, dispositivos tecnológicos o habilidades digitales, asegura Fabiola Cadima, directora de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. 

“La brecha digital no solo afecta el desarrollo individual de los jóvenes, sino que amplifica desigualdades sociales y económicas. Es urgente garantizar el acceso equitativo a la información como un derecho fundamental”, puntualiza.

Para el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), cerrar la brecha digital generacional requiere más que acceso a internet; exige un diseño inclusivo y fácil de usar que respete las necesidades y experiencias de las personas mayores.

“Para alcanzar las metas de la ‘década digital’, aún falta un aspecto: considerar la inclusión como un indicador clave de desempeño en nuestros planes de digitalización”, reflexiona la organización internacional para la cooperación público-privada.

¿Qué es la brecha digital y por qué es urgente cerrarla?

La brecha digital surge cuando el acceso a las tecnologías de la información y comunicación (TIC) es desigual, ya sea por falta de conectividad, recursos o competencias digitales. En Bolivia, esta limitación afecta especialmente a los jóvenes en áreas rurales o en familias con bajos ingresos, quienes ven restringidas sus posibilidades de aprender, innovar y participar activamente en la economía digital.

“Cerrar esta brecha no se trata solo de instalar más redes o regalar computadoras”, explica Cadima. “Se trata de generar un acceso justo, equitativo y transformador a la tecnología. La conectividad no puede verse únicamente como un tema técnico; es una cuestión de justicia social y de garantizar derechos”.

La educación como motor del cambio

Los sistemas educativos desempeñan un rol esencial en la reducción de las brechas digitales. Para Cadima, la educación boliviana necesita una reestructuración profunda, enfocada en actualizar metodologías y pedagogías.

“Debemos integrar las competencias digitales desde edades tempranas y de manera transversal en todos los niveles educativos. Sólo así lograremos preparar a los jóvenes para un entorno globalizado, donde la tecnología no es una opción, sino una necesidad para el progreso”, afirma.

La docente también destaca la importancia de llevar tecnología y formación a las zonas rurales y explica que la tecnología puede convertirse en una vía para potenciar la creatividad y la innovación de los estudiantes. Debemos garantizar que no haya un solo joven en Bolivia sin acceso a herramientas digitales que le permitan competir en igualdad de condiciones”.

Además, la inclusión de herramientas como la inteligencia artificial, el pensamiento computacional y el desarrollo de habilidades blandas relacionadas con el uso ético y crítico de la tecnología se convierten en una pieza clave para transformar el sistema educativo.

El impacto en el acceso laboral

En el mercado laboral, la brecha digital puede significar la diferencia entre acceder a un empleo digno o quedarse atrás. Los jóvenes sin habilidades digitales suelen enfrentar más dificultades para integrarse a la economía formal, mientras que el comercio electrónico, el teletrabajo y las plataformas digitales avanzan rápidamente.

“Hoy, muchas empresas buscan profesionales con competencias tecnológicas avanzadas. Un joven que no tenga acceso a internet o que no sepa utilizar herramientas digitales queda automáticamente en desventaja. Por eso, cerrar esta brecha no es un lujo, es una necesidad urgente para el desarrollo económico del país”, enfatiza Cadima.

Garantizar la conectividad también es clave para dinamizar el mercado local, ya que impulsa la creación de nuevos empleos, fomenta el emprendimiento digital y permite a los jóvenes participar en una economía global que exige innovación constante.

Alianzas para transformar la conectividad

Cerrar la brecha digital no puede ser solo responsabilidad del Estado o de las familias. Se requiere un compromiso conjunto entre el sector público, el privado y la academia para lograr un acceso equitativo y sostenible.

“Es fundamental establecer alianzas con empresas de telecomunicaciones, organizaciones internacionales y universidades para ampliar la cobertura de internet en todo el territorio nacional. No podemos seguir dejando que la ubicación geográfica determine las oportunidades de un joven”, comenta Cadima.

Ejemplos de iniciativas colaborativas, como programas de préstamo de dispositivos, redes comunitarias de internet y talleres gratuitos de alfabetización digital, han demostrado que la cooperación interinstitucional puede marcar la diferencia.

Más allá de la tecnología: una perspectiva de derechos

Cadima insiste en que el debate sobre la brecha digital debe ir más allá de la infraestructura. “No se trata únicamente de conectar a más personas, sino de garantizar que el acceso a la tecnología sea inclusivo, útil y transformador. Quien no accede a la tecnología ve limitadas sus oportunidades de desarrollo, educación y empleo”, señala.

Este enfoque debe integrar políticas públicas inclusivas, formación técnica especializada y programas de concienciación para que los jóvenes comprendan el valor del acceso digital no solo como herramienta de entretenimiento, sino como medio para la creación de conocimiento, innovación y empoderamiento.

En palabras de Cadima, “achicar la brecha digital en Bolivia es una tarea urgente y estratégica. No podemos esperar que el futuro llegue si no construimos las condiciones para que nuestros jóvenes estén preparados para él. Se trata de darles las herramientas para que sueñen, creen y lideren en un mundo cada vez más tecnológico”.

Historias como la de Mariana evidencian que el talento y la determinación de los jóvenes bolivianos son innegables. Sin embargo, sin una infraestructura sólida de conectividad y un sistema educativo que fomente las competencias digitales, muchos sueños quedarán en pausa.

Cerrar las brechas digitales no solo es abrir el camino hacia la innovación, sino también garantizar que cada joven tenga las mismas oportunidades de crecer y aportar a la construcción de un país más justo y competitivo.

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