Llevar la información correcta a las audiencias es el eje del periodismo en el siglo XXI


Juan Cristóbal Soruco recuerda con nostalgia y orgullo el camino que ha recorrido en el periodismo, una profesión que abrazó hace más de 45 años. Desde sus primeros días como reportero, sus años como editor y docente universitario, y en la actualidad en la identificación de fake news, siempre tuvo claro que el periodismo era mucho más que un oficio: era su vocación. 

“El periodismo me ha permitido realizarme no solo profesionalmente, sino también como ser humano”, reflexiona. A lo largo de las décadas, el periodista enfrentó desafíos que pusieron a prueba su temple, desde las tensiones propias de las redacciones hasta los momentos difíciles que marcaron su trayectoria. Sin embargo, cada experiencia lo forjó, reafirmando su pasión por contar historias y por dar voz a quienes más lo necesitan.

Soruco no ha cerrado del todo las puertas al mundo periodístico, su experiencia lo ha llevado a navegar en el mundo tecnológico y la búsqueda de noticias falsas. “Extraño el periodismo activo, pero entiendo que estamos en una nueva era”, confiesa con la serenidad de quien ha aprendido a observar cómo el oficio que tanto le apasiona se transforma con la llegada de nuevas narrativas. A pesar de los cambios, su compromiso con la verdad y su amor por la profesión permanecen intactos, recordándole que, aunque los tiempos cambien, los principios del buen periodismo son eternos.

El periodismo enfrenta constantes transformaciones, pero su esencia permanece intacta. Entregar información precisa, contextualizada y relevante a las audiencias es su premisa. Para Soruco, esta labor sigue siendo el pilar fundamental del oficio, independientemente de los medios o tecnologías empleados. 

“El periodismo sigue siendo el mismo. Lo importante es cómo llevamos a las audiencias la información correcta, de manera que puedan tomar decisiones adecuadas”, afirma.

A pesar de los avances tecnológicos, que han revolucionado la manera de consumir noticias, Soruco insiste en que los principios del buen periodismo no han cambiado. 

“Lo hagamos por prensa, televisión o internet, lo fundamental es garantizar que sea un periodismo de calidad. Aunque la gente puede informarse desde cualquier lugar, busca siempre volver a fuentes confiables”. Este retorno a la confianza subraya la importancia de la ética y el compromiso con la verdad en un entorno saturado de desinformación.

La amenaza de las noticias falsas y la responsabilidad del periodista

Las redes sociales han convertido, en la actualidad, las noticias falsas en un desafío crucial. Soruco, actualmente vinculado al proyecto Chequea Bolivia, enfocado en identificar y rectificar información falsa, destaca la necesidad de combatir este fenómeno con capacitación, curiosidad y verificación. “Los periodistas no podemos permitirnos ser flojos ni especular con rumores. Debemos investigar, contrastar fuentes y, si nos equivocamos, reconocerlo rápidamente”, señala.

El impacto de las noticias falsas no solo afecta a individuos, sino también a comunidades enteras. “Cuando fallamos, no le fallamos a unos pocos, sino a miles o incluso millones de personas que confían en nosotros”, enfatiza; por lo que es fundamental formar a las nuevas generaciones de periodistas no solo en competencias tecnológicas, sino también en valores éticos y morales. “Los que crean noticias falsas también son personas formadas, pero su falta de compromiso con la verdad es alarmante”.

La ética como eje central en tiempos de posverdad

El periodista reflexiona que el contexto actual exige que los periodistas asuman una responsabilidad ética aún mayor. “No se trata sólo de evitar la corrupción, sino de comprometerse genuinamente con el derecho de la gente a recibir buena información”, indica. 

Este compromiso incluye una formación integral que combine conocimientos históricos, sociales y políticos, así como la habilidad para interpretar el contexto y ofrecer una visión equilibrada. La posverdad, caracterizada por la manipulación emocional de los hechos, ha puesto en jaque la credibilidad de los medios de comunicación. 

“Los periodistas debemos ser honestos sobre nuestras propias creencias, pero también ser capaces de separarlas del análisis objetivo”, indica Soruco, quien reconoce que, si bien el camino es complejo, el debate abierto y la formación continua son claves para defender la libertad de acción y mantener la confianza del público.

El reto de adaptarse sin perder la esencia

El periodismo del siglo XXI enfrenta una paradoja: la tecnología ofrece herramientas extraordinarias, pero también plantea riesgos. Un caso emblemático es el del New York Times que intentó suspender su edición impresa y pasarse completamente a internet, pero tuvo que volver porque la gente seguía confiando en el papel como garante de credibilidad. Este ejemplo refleja cómo las audiencias valoran tanto la innovación como las tradiciones que aseguran un periodismo riguroso.

Con una audiencia potencial de millones gracias a internet, los periodistas deben adaptarse rápidamente a nuevas plataformas sin descuidar los principios básicos del oficio. 

Soruco cree que el futuro del periodismo dependerá de un equilibrio entre la capacitación tecnológica y una sólida formación ética. Aunque reconoce que las herramientas actuales facilitan el acceso a información de calidad, insiste en que “si no estamos capacitados, la tecnología nos absorberá”. 

En última instancia, llevar la información correcta a las audiencias sigue siendo el eje central del periodismo. “Debemos hablar más entre nosotros, debatir francamente y fortalecer nuestra práctica profesional. Solo así podremos garantizar que el periodismo continúe siendo una herramienta esencial para la democracia y la sociedad”, concluye el periodista.

 

 

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