La comunidad LGBTQ+: un viaje hostil, de amor, lucha y aceptación


28 de junio de 2024, 9:00 AM

28 de junio de 2024, 9:00 AM

Las historias de la comunidad LGBTQ+ resuenan con una mezcla de amor y lucha. Cada individuo, con su identidad y su opción sexual, enfrenta un mundo que, a veces, se muestra hostil, pero también se arropa en comunidades donde el apoyo, la empatía y la solidaridad mutua es constante y de una fuerza inquebrantable.

La sigla LGBTQ+ es utilizada para designar a las diversidades sexuales y de género. Se trata de un nuevo vocabulario tan diverso como los colores del arcoíris y en orden, se refiere a lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer o questioning.

Con diversas actividades que se desarrollan desde principios de mes, Bolivia conmemora el Día Internacional del Orgullo LGBTQ+, que se celebra cada 28 de junio en todo el mundo. La agenda festiva cerrará este sábado 29 con la Gran Marcha del Orgullo en las principales ciudades capitales del país.

“Nunca estuve en el clóset”

Desde pequeño, David Aruquipa, también conocido como Dana Galán, se sintió diferente. Nacido en un entorno tradicional, se aceptó a sí mismo como gay a temprana edad. “Yo nunca estuve en el closet”, recuerda. Su capacidad para aceptarse a sí mismo fue un faro de esperanza en una sociedad que muchas veces no comprendía la diversidad sexual.

“Siempre he manejado las reacciones negativas con ironía y risas, no con sarcasmo. Desde pequeño, mi madre me enseñó a ser extrovertido y a luchar por lo que quiero. Su formación me dio la capacidad de defenderme sin victimización”, cuenta Aruquipa.

Esta actitud le permitió manejar situaciones de burla con una destreza notable; convertía las miradas críticas en momentos de humor, haciendo que los que intentaban menospreciarlo terminen sintiéndose incómodos o, incluso, ridiculizados por sí mismos. Esta estrategia no sólo lo acompañó en su vida cotidiana, sino que también se convirtió en un recurso vital cuando, junto a la familia Galán, se enfrentaba a agresiones callejeras.

Cuando los insultaban con términos homofóbicos, respondían con seguridad “Sí, somos maricones y nos gustas”. Esta respuesta audaz no sólo desarmaba a los agresores, sino que también hacía reír a los espectadores, cambiando la dinámica del encuentro y mostrando que el poder de decidir a quién responder y cómo hacerlo, siempre estaba en sus manos.

Años después, en un entorno de mayor apertura social y todavía con muchos desafíos como colectivos LGBTQ+, David encontró a su pareja actual, Guido Montaño. Ellos han constituido una familia y son la primera pareja del mismo sexo en casarse legalmente en el país. Reconocido gestor cultural y activista por los derechos LGBTQ+, el trabajo de Aruquipa fue y es fundamental para visibilizar las luchas y logros de estas comunidades en Bolivia. 

Unifranz

El Día del Orgullo no sólo es una celebración de la identidad y la diversidad, sino también un recordatorio de las luchas pasadas y presentes

Para José Rodolfo Vargas, aceptar su identidad sexual fue un proceso difícil porque hasta hace 25 años, aproximadamente, Bolivia era un lugar menos tolerante y salir del closet no era una buena opción.

“Me enfrenté a muchos temores”, confiesa. Sin embargo, la necesidad de ser auténtico consigo mismo, finalmente, le ayudaron a superar sus temores, con mucha valentía.

“Estaba educado en un colegio de curas. Mi familia era y es muy católica. Eso me obligó a esconder una parte fundamental de mi identidad y de mi vida para protegerme de la discriminación y el estigma, pero luego, después de recibir apoyo profesional con terapia, pude salir del closet y demostrar realmente quién soy”, comenta Vargas.

Manejar las reacciones negativas fue una parte complicada para José Rodolfo. Su familia, inicialmente, no aceptó su orientación sexual, lo que lo llevó a tomar la decisión de emigrar a Colombia, donde vivió durante 10 años. En ese período, encontró un ambiente que lo empoderó y fortaleció enormemente.

Durante su estadía en Colombia, José pudo desarrollar un discurso claro y una defensa sólida de su propia vida. Rodearse de personas que entendían y apoyaban su proceso fue crucial para su bienestar emocional y mental.

“Formar parte de la familia Galán y del colectivo LGBTQ+ fue fundamental para mi bienestar emocional y mental”, comenta. 

Estas comunidades no sólo le ayudaron a enfrentar la negatividad con paciencia y educación, buscando cambiar percepciones a través del diálogo, sino que también le dieron el coraje necesario para tomar decisiones difíciles.

En algunos casos, tuvo que alejarse de personas tóxicas dentro de su familia, amistades y entornos laborales que no aceptaban su orientación sexual. Aunque estas decisiones fueron dolorosas, él aprendió que mantenerse alejado de la negatividad era esencial para preservar su propia paz y felicidad.

Para Vargas, estar rodeado de personas que le apoyan y comprenden, comprometidas con la defensa y promoción de los derechos humanos, es fundamental. Cree que es mejor estar en entornos donde puede ser auténtico y encontrar apoyo, en lugar de tolerar el sufrimiento emocional causado por la falta de aceptación.

Estas experiencias no solo fortalecen su sentido de identidad y autoestima, sino que también lo guiaron hacia un camino de autenticidad y resistencia, donde vivir abiertamente.

Aunque enfrentó rechazo y prejuicios, su determinación lo llevó a salir adelante. Hoy, es un profesional exitoso. José Rodolfo Vargas Aramayo, posee una licenciatura en Filosofía, por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y una maestría en género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Uruguay.

“Soy una persona en continua construcción”, destaca Vargas, quien hace más de 10 años realiza activismo mediante el transformismo drag queen, siendo parte de la Familia Galán. Hace radio, televisión y teatro y es presidente del Colectivo TLGB de Bolivia, movimiento de base social.

Jonathan, una historia de perseverancia y autoaceptación

Jonathan Arancibia también enfrentó grandes retos. Cuando reveló a sus padres su orientación sexual, recibió como respuesta sólo el rechazo de sus seres queridos.

“Fue un proceso un poco complicado ya que no he salido del clóset como tal, sino que fui descubierto y, si bien en un inicio ha sido un poco complicado en relación al trato con mis papás, cada año ha ido mejorando”, menciona Arancibia.

Manejar las reacciones negativas de “salir del clóset” fue complicado para el joven, que hoy ya tiene 30 años. Sus padres, inicialmente, no aceptaron su orientación sexual, lo que lo llevó a tomar la decisión de emprender un camino de empoderamiento alejado de su familia.

Con el tiempo, se involucró en el activismo y el apoyo a personas con diversas orientaciones sexuales, así como a individuos que viven con VIH.

Actualmente, se desempeña como supervisor en instituciones que trabajan con población LGBTQ+ y personas con VIH, cultivando relaciones sólidas y significativas tanto en el ámbito laboral como personal, basadas en la amistad y el activismo compartido. Estas experiencias no sólo han fortalecido su compromiso con la comunidad, sino que también han sido fundamentales para su propio crecimiento y bienestar emocional.

Su activismo lo llevó a encontrar un sentido de propósito y satisfacción al trabajar con personas que comparten sus valores. Su historia, por otra parte, refleja una evolución personal marcada por la perseverancia, la autoaceptación y el compromiso con la causa de los derechos humanos y la igualdad para todos.

Por qué el 28 de junio es Día del Orgullo LGBTQ+

El Día del Orgullo LGBQB+ se celebra cada 28 de junio en conmemoración a los disturbios de Stonewall en Nueva York (1969) contra una redada policial en el bar Stonewall Inn, un conocido punto de encuentro para la comunidad LGBT.

Un año después, en 1970, se organizó la primera marcha del Orgullo en Nueva York para conmemorar estos acontecimientos. Desde entonces, el 28 de junio se ha convertido en una fecha emblemática para la comunidad LGBTQ+ en todo el mundo, según National Geographic.

El Día del Orgullo no sólo es una celebración de la identidad y la diversidad, sino también un recordatorio de las luchas pasadas y presentes. Aunque la aceptación y los derechos de estas personas han avanzado significativamente, aún queda mucho por hacer. Las marchas y celebraciones de orgullo son una fiesta y, al mismo tiempo, una protesta y forma de visibilizar la existencia y resistencia de la comunidad.

Para Paola Hoyos, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, superar prejuicios y aumentar la empatía hacia la comunidad LGBTQ+ requiere de un esfuerzo colectivo para entender mejor la diversidad de experiencias humanas.

“A través de una educación efectiva que explique las realidades de la diversidad sexual y de género, podemos desmantelar los mitos y estereotipos en torno a este tema”, manifiesta.

Las historias de David, José y Jonathan, junto con la conmemoración del Día del Orgullo, nos recuerdan que el viaje hacia la aceptación y los derechos humanos es largo y desafiante, pero también lleno de esperanza y amor en la construcción de un mundo más inclusivo y justo para todos.

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