La ética es un componente esencial en una sociedad justa y equitativa, sin ella las estructuras que sostienen a la civilización se erosionan y caen. Es por esta razón que su introducción en la educación es un tema crucial. Las universidades no solo tienen la misión de transmitir conocimientos técnicos, sino también de formar ciudadanos responsables que tomen decisiones basadas en principios éticos.
“La ética examina estos valores dentro del contexto social, estableciendo un marco en el que se fomente la aplicación y el desarrollo de aquellos considerados positivos, definidos así por cada sociedad. En el ámbito educativo, aborda los principios morales que deben guiar las prácticas dentro de las instituciones académicas. Este campo se centra en reflexionar sobre los dilemas éticos que surgen en el contexto educativo, tanto en la enseñanza como en la administración de centros educativos, desde el nivel escolar hasta la educación superior”, expresa el abogado Alberto Salamanca, director de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Con el auge de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA), los smartphones y los asistentes personales, los escándalos de plagio, fraude académico y conflictos de intereses aparecen con frecuencia, haciendo que la ética académica adquiera un rol prioritario.
“La ética no es un complemento, es el eje de cualquier formación integral. La regulación del uso de tecnologías, y la gestión de conflictos de interés forman parte integral de este marco ético, garantizando decisiones y prácticas que promuevan la equidad y la integridad en el ámbito educativo”, expresa el experto.
Salamanca agrega que la aplicación de la ética, particularmente en el ámbito de la educación superior, contribuye a crear un ambiente inclusivo y responsable, que no solo impulsa el aprendizaje, sino también el desarrollo de una ciudadanía ética y consciente.
“La adhesión a estos valores es esencial para construir un sistema educativo que no solo forme individuos competentes en sus disciplinas, sino también ciudadanos comprometidos y responsables con su entorno, preparados para tomar decisiones responsables en sus vidas personales y profesionales”, explica.
Enseñar con el ejemplo
Salamanca remarca que la ética en educación es importante porque quienes enseñan, ya sean profesores o maestros, son el ejemplo para los estudiantes.
“Un docente debe ser un modelo a seguir y su comportamiento y conducta ética deben ser ejemplares. La ética en la educación debe comenzar con el docente, quien debe ser equitativo, no generar discriminación y mantener siempre un comportamiento correcto, responsable y puntual en todas sus actividades. Una de las mejores maneras de inculcar la ética en los estudiantes es a través del ejemplo”, explica.
Esto se logra a través de los comportamientos de cada uno de los responsables en las universidades, desde los docentes hasta el personal administrativo, quienes deben demostrar puntualidad al ingresar a las clases y tener una buena organización en la planificación de estudios y en la evaluación de las actividades y sobre todo, ser justos en todas las situaciones.
“También es fundamental que los maestros actúen de manera justa y correcta al calificar y brindar retroalimentación. La forma más importante de transmitir la ética es mediante el ejemplo”.
Sin embargo, los retos son significativos. La presión por obtener calificaciones sobresalientes y destacar en un mercado laboral competitivo puede llevar a los estudiantes a comprometer sus valores. Asimismo, las instituciones enfrentan el desafío de implementar políticas claras que fomenten la integridad académica, como códigos de conducta, talleres de formación ética y mecanismos efectivos para sancionar las malas prácticas.
La importancia de la ética en la educación superior trasciende las aulas, ya que impacta directamente en el tipo de profesionales que ingresan al mercado laboral. Los egresados de estas instituciones suelen ocupar posiciones de liderazgo y las decisiones que toman afectan a comunidades enteras. Por ello, fortalecer la ética en este nivel educativo no es solo una cuestión de responsabilidad institucional, sino un compromiso con el futuro de la sociedad.
“La adhesión a estos valores es esencial para construir un sistema educativo que no solo forme individuos competentes en sus disciplinas, sino también ciudadanos comprometidos y responsables con su entorno, preparados para tomar decisiones responsables en sus vidas personales y profesionales”, finaliza el experto.