En medio de una revolución tecnológica sin precedentes, la educación superior se enfrenta al reto de reinventarse para seguir siendo relevante, inclusiva y sostenible. Las tecnologías educativas (EdTech) emergen como herramientas clave no solo para ampliar el acceso al conocimiento, sino para rediseñar profundamente los modelos de enseñanza, el rol del docente y la experiencia del estudiante en un mundo digital.
Con ese horizonte, líderes académicos y corporativos de América Latina se reunieron en Santa Cruz de la Sierra en el marco del VI Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE), organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. El panel “EdTech y el futuro de la educación superior: desafíos y oportunidades” propuso una mirada estratégica e integradora sobre cómo la tecnología puede ser una aliada poderosa para construir sistemas educativos más pertinentes y resilientes frente a los desafíos del presente y del futuro.
Abriendo el diálogo, Óscar Ágreda, presidente ejecutivo de Unifranz, compartió la visión que guía la estrategia EdTech de su universidad: “Cuando uno ve surgir tecnologías emergentes y reflexiona sobre el valor que crean para la sociedad y la institución, se da cuenta de que uno se va quedando pequeño… La tecnología amplifica el impacto, y no utilizarla es limitarse”.
Ágreda subrayó que la transformación digital no es un lujo, sino una necesidad que debe estar sostenida por convicción, propósito y viabilizadores estratégicos. En ese sentido, destacó el nacimiento de la unidad EdTech de Unifranz y el programa Unifranz Online, dirigido a adultos que buscan su primera titulación.
“Nos hicimos la gran pregunta. ¿Cómo hacemos la educación más inclusiva? Y encontramos un segmento olvidado: personas que no pueden dejar de trabajar, que cuidan hogares, que no pueden asistir a clases presenciales. Con modelos pedagógicos flexibles y tecnología habilitadora, estamos profesionalizando a quienes antes no tenían acceso”, indicó.
Desde Colombia, Maritza Rondón Rangel, rectora de la Universidad Cooperativa de Colombia y presidenta de la Red de Rectores para la UNESCO, reafirmó el compromiso de su institución con la innovación tecnológica y la relevancia educativa.
No todo lo emergente es bueno. Hay que aprender, evaluar y ajustar. Pero nunca perder la identidad institucional, porque esa identidad es la que nos mueve y nos permite identificar dónde agregamos valor”, indicó.
Rondón explicó que su universidad implementa un modelo híbrido con fuerte componente asincrónico, permitiendo que más de 20.000 estudiantes accedan a formación flexible. Además, compartió una definición clave de su visión institucional: “Para nosotros, la relevancia es la capacidad que damos al estudiante de conectar lo aprendido, encontrarle sentido y aplicarlo en su entorno”.
En esa misma línea, hizo énfasis en la personalización educativa: “No hacemos educación individualizada, sino personalizada. ¿Cómo? Caracterizando al estudiante 360 grados, con datos que nos permiten adaptar los contenidos según su forma de interactuar y aprender”.
Yesenia González Barba, consultora senior del Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, sostuvo que hablar de tecnología educativa hoy implica preguntarse “¿para qué?”. Desde su experiencia en el diseño del modelo TEC21, centrado en competencias y experiencias reales.
“No se trata de usar tecnología por usarla. Hay que preguntarse cómo la tecnología me ayuda a lograr un propósito mayor, como formar ciudadanos íntegros o transformar vidas”, enfatizó la experta.
En el Tecnológico de Monterrey, esta reflexión llevó a diseñar el rol del socio-formador: organizaciones externas —ONG, empresas, instituciones públicas— que plantean retos reales a los estudiantes desde el primer semestre. “El docente ya no solo enseña, sino que articula esfuerzos. La educación se vuelve práctica, conectada al mundo real”, señaló González.
En cuanto a los retos futuros, destacó la importancia de abordar la inteligencia artificial sin miedo ni juicio: “Lo importante es declararla, usarla con ética y fomentar una relación curiosa con ella. No se trata de que la IA dé la respuesta final, sino de que el estudiante o docente analice y construya desde allí”.
Desde el sector empresarial, María Laura Mendoza, gerente de Marca y Comunicación Institucional de Millicom Tigo Bolivia, compartió el impacto de los programas de formación impulsados por la compañía. “A partir de la pandemia entendimos que no basta con dar conectividad. También debemos enseñar a usarla”.
El programa “Maestros Conectados”, nacido en Bolivia y replicado en otros países, ha formado a miles de docentes en habilidades digitales. “Es increíble cómo los bolivianos tienen tantas ganas de aprender. El desafío no es solo tecnológico, es emocional: cómo nos sentimos frente al cambio”, expresó Mendoza.
Asimismo, resaltó el impacto de “Conéctate Seguro”, iniciativa para el uso responsable de internet, que capacita a estudiantes, padres y docentes. “La tecnología no es el fin, es el medio. Si es mal usada, genera daño; si es bien usada, no tiene límites. Ese es el mensaje que debemos transmitir”.
Durante el panel, la moderadora Mónica Olmos, sintetizó los aportes en torno a una educación más humana, ética y contextualizada: “La educación no debe ser privilegio de unos pocos. La tecnología puede abrir caminos, pero el reto está en construir modelos sostenibles, inclusivos y relevantes”.
Finalmente, Ágreda cerró el panel con un llamado a la acción. “Es fundamental preguntarnos cómo nuestras instituciones están agregando valor a una mejor sociedad. Si respondemos esta pregunta, podremos marcar una hoja de ruta clara con apoyo de las tecnologías emergentes. No hay transformación posible sin un ecosistema educativo donde todos los actores estén involucrados”.