Educar para la vida es educar para la sostenibilidad


“Educar para la vida es educar para la sostenibilidad”, afirma César Bona, maestro, escritor y conferencista internacional español, invitado especial del VI Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE Unifranz 2025). Con más de dos décadas dedicadas a la docencia, su voz trasciende fronteras gracias a su visión transformadora de la educación, que pone al ser humano y al planeta en el centro del aprendizaje.

Reconocido como uno de los 50 mejores docentes del mundo por el Global Teacher Prize, Bona no habla de sostenibilidad sólo en términos ecológicos. Su propuesta abarca también la sostenibilidad emocional, social, ética y cultural. 

“Cada acción que hagamos o promovamos tiene que tener en cuenta el respeto a uno mismo, el respeto a los demás y el respeto al lugar donde vivimos”, subraya.

En tiempos de cambios acelerados, crisis ambientales, desigualdad social y avances tecnológicos que superan la capacidad de respuesta humana, su mensaje resulta más urgente que nunca en el camino de repensar la educación como una herramienta para sostener la vida en todas sus dimensiones.

Transformar la educación para transformar el futuro

Durante su participación en el FIIE 2025, el evento educativo más influyente de Bolivia, Bona insistió en que educar debe ser sinónimo de transformar. “Si no hay transformación, ¿para qué sirve la educación?”, se pregunta, desafiando los modelos tradicionales que priorizan los contenidos por encima de la conciencia crítica.

El escritor plantea hacer una analogía con lo que sucede en las empresas: investigación, desarrollo e innovación. Eso mismo debería aplicarse a la educación. “Pero todo lo que hagamos tiene que generar una mejora real para nuestros alumnos, que son el centro del proceso”.

Para él, la educación debe permitir que los niños y niñas puedan primero sobrevivir, luego vivir y, finalmente, vivir bien. Esto solo es posible si se les brindan herramientas no solo académicas, sino también humanas: valores, empatía, pensamiento crítico y responsabilidad.

Una educación que forme ciudadanos del mundo

Bona sostiene que no podemos seguir educando desde la inercia del pasado. “Hace falta gente valiente en las aulas, en las familias y en las administraciones. Personas dispuestas a desaprender para construir algo mejor”.

Uno de sus planteamientos más provocadores fue la creación de una escuela para padres y madres, un espacio donde puedan formarse, compartir dudas, aprender sobre el contexto actual de sus hijos e hijas, y trabajar en conjunto con la escuela. 

“No se trata de dejar el trabajo ni asistir cada día, pero sí de dedicar un espacio, tal vez cada dos semanas, para pensar juntos en cómo acompañar mejor a las nuevas generaciones”, puntualiza.

Para Bona, educar para la sostenibilidad empieza en casa, y debe complementarse desde la escuela y las políticas públicas. Solo así se puede formar una ciudadanía consciente y comprometida con el presente y el futuro.

Tecnología sí, pero con ética y propósito

En su diálogo con Educación y Sociedad de El Deber, Bona aborda el fenómeno tecnológico como uno de los grandes retos educativos del siglo XXI. 

“Hay niños de 8 o 9 años que preguntan: ‘¿para qué voy a hacer esta tarea si ya la resuelve ChatGPT?’”, comentó con preocupación. Este escenario, lejos de ser motivo de alarma, representa una oportunidad.

El reto, según Bona, está en educar en el uso ético, responsable y útil de la tecnología. No basta con enseñar a usar dispositivos, hay que enseñar a pensar por qué, cómo y para qué los usamos. Según él, la inteligencia artificial debe alinearse con el objetivo esencial de la educación: hacernos mejores personas y mejorar el mundo en el que vivimos.

La escuela como espacio de vida

Frente a la sobreexposición digital y la deshumanización creciente, Bona apuesta por una escuela que forme personas completas, no sólo profesionales competentes. “Tanto como amo la tecnología, amo al ser humano. Por eso creo que es fundamental humanizar la educación. La escuela debería ser un máster de vida”.

En su mirada, educar para la sostenibilidad también implica enseñar a convivir, a conocerse a uno mismo, a respetar a los otros y al entorno. Son aprendizajes vitales que muchas veces no figuran en los programas curriculares, pero que definen el futuro de las sociedades.

“Tenemos que dar a los niños y niñas las herramientas necesarias para que puedan ser autónomos, solidarios, respetuosos, y capaces de vivir con los demás de forma armónica. Esa es la base para un mundo más sostenible”, asegura.

Una educación que respete la vida en todas sus formas

Inspirado en el filósofo Hans Jonas y su principio de responsabilidad, César Bona propone ampliar el alcance de la ética no solo al ser humano, sino también al planeta. “A lo largo de la historia, los filósofos hablaban del hombre y su existencia con los demás. Pero llegó un punto en que el impacto del ser humano sobre la Tierra fue tan profundo que también hay que hablar del cuidado de la Tierra como un deber ético”, señala.

En este contexto, educar para la sostenibilidad se convierte en un imperativo ya que la sociedad no debe formar generaciones que desconozcan la crisis climática, la desigualdad o la pérdida de biodiversidad. La educación debe darles herramientas para comprender estos problemas y, sobre todo, para actuar.

Educar con sentido para sostener el mundo

Finalmente, la educación no debe limitarse a preparar exámenes, sino a preparar vidas. Vidas que entiendan su rol en la sociedad, que se comprometan con los demás, y que sean conscientes de su impacto en el mundo.

“Lo que somos y lo que queremos ser empieza siempre en la educación. Por eso debe estar a la vanguardia”, afirma Bona, ya que desde su experiencia como maestro, ve con esperanza que el cambio es posible, siempre que haya voluntad política, compromiso social y visión ética. Educar para la vida es educar para la sostenibilidad, solo así, dice, construiremos un mundo más justo, más consciente y más habitable para todos.

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