Muchas grandes ideas nacen en las aulas universitarias, desde pequeños proyectos personales o grupales hasta proyectos de negocio complejos, pero con gran potencial; estos emprendimientos son apoyados, en muchos casos por los docentes, pero también por las mismas universidades, las cuales se han convertido en centros vitales para el desarrollo de emprendedores, proporcionando un entorno que fomenta la innovación y el espíritu empresarial.
En estas instituciones, los estudiantes tienen acceso a una amplia gama de recursos, incluidos laboratorios de investigación, mentores experimentados y redes de contactos que pueden ayudar a convertir ideas innovadoras en negocios exitosos.
Esta tendencia se presenta de manera especialmente fuerte en la economía creativa, la cual se nutre de la creatividad de los estudiantes, pero también de la experiencia de los mentores y docentes.
“Las universidades son pilares fundamentales en el fortalecimiento del ecosistema emprendedor, especialmente en áreas vinculadas a las economías creativas. Este sector, que aporta entre el 3% y el 6% del PIB mundial y ocupa el cuarto lugar en generación de empleo, ofrece oportunidades invaluables para el desarrollo económico y cultural. No obstante, para aprovechar su verdadero potencial, es crucial que las universidades adopten un enfoque integral en la formación de emprendedores”, señala Ericka Berrios, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Para Berrios, las universidades, al ser centros de conocimiento, deben implementar estrategias que transformen ideas en proyectos viables, mediante la adopción de metodologías innovadoras, el desarrollo de competencias interdisciplinarias y una conexión efectiva con el ecosistema empresarial.
Un factor clave que convierte a las universidades en incubadoras de emprendedores es la oportunidad de colaborar con profesores y expertos en diversas disciplinas. Estos profesionales pueden ofrecer asesoramiento, guía y apoyo a los estudiantes que desean lanzar sus propios proyectos. Además, la interacción con compañeros de diferentes campos de estudio fomenta el intercambio de ideas y la creación de equipos multidisciplinarios, esenciales para el desarrollo de soluciones innovadoras.
Sobre este último punto, la académica indica que esto es posible mediante la creación de entornos prácticos en los predios de las universidades, los cuales incentiven el crecimiento interdisciplinario y las relaciones entre estudiantes de diferentes carreras.
“Iniciativas como coworkings, plataformas de incubación y fab labs, dentro de las universidades, permiten a los futuros emprendedores desarrollar prototipos, validar sus ideas y aprender de manera tangible. Estos espacios no solo fomentan la creatividad, sino que también promueven la colaboración entre estudiantes de distintas disciplinas, lo cual es clave para el éxito emprendedor”.
Alianzas estratégicas
Las universidades también pueden servir de puentes o mediadores con actores del sector público y privado, mediante ferias de emprendimientos, bolsas de trabajo y fondos concursables, los cuales muestran el potencial de sus estudiantes, así como las innovaciones que estos han alcanzado.
“Resulta fundamental establecer alianzas estratégicas con actores del sector público y privado. Las universidades deben facilitar el acceso a redes de mentores, financiamiento y oportunidades en el mercado laboral. Estas conexiones permiten a los estudiantes conocer de primera mano las dinámicas empresariales y obtener una visión clara de los desafíos que enfrentarán como emprendedores. Las alianzas también pueden incluir la participación en ferias, concursos de emprendimiento y pasantías, que sirven como plataformas de aprendizaje real”, acota.
Un aspecto crucial es la actualización constante de los recursos educativos. En el acelerado mundo del emprendimiento, las universidades deben asegurarse de que sus estudiantes accedan a conocimientos actuales y pertinentes.
“Esto implica la incorporación de tecnologías emergentes, tendencias del mercado y nuevas metodologías de gestión. Asimismo, deben ofrecer una formación que prepare a los estudiantes para liderar en un entorno competitivo y en constante evolución”, explica Berrios.
Startups como Bohemio, un marketplace para artesanos bolivianos, Nana, un sistema de monitoreo de bebés o Achuray, una plataforma que permite vincular a empresas con instituciones solidarias son algunos ejemplos de emprendimientos nacidos en las aulas universitarias con gran proyección.
Las universidades tienen la responsabilidad de fomentar una cultura que valore la experimentación y el fracaso como parte del proceso formativo. De esta manera, no solo estarán formando profesionales competentes, sino también innovadores resilientes, capaces de adaptarse y prosperar en un mundo en constante transformación.
“Las universidades tienen el potencial de ser verdaderos motores de innovación y emprendimiento, especialmente en sectores tan dinámicos como la economía creativa. Mediante metodologías disruptivas, alianzas estratégicas y un enfoque centrado en valores sociales, pueden formar líderes capaces de enfrentar los desafíos actuales y construir un futuro más sostenible y equitativo”, concluye la experta.